El legendario postre flambeado, sinónimo de Nueva Orleans y de plátanos, se remonta a 1951, cuando la familia Brennan desafió a su Chef de Cocina Paul Blange a crear un plato emblemático con la querida fruta para una velada especial en honor de un amigo de la familia, Richard Foster.

Por qué no probarlo.

Desde entonces, la obra maestra resultante ha sido una institución local y el plato más popular del menú de Brennan, llenando el restaurante del Barrio Francés, y gran parte de la calle Royal, con el olor de los plátanos caramelizados, el azúcar moreno y la mantequilla.

Hoy en día, el nieto Ralph Brennan continúa con orgullo la tradición, utilizando más de 17.000 toneladas de plátanos cada año para satisfacer a los hambrientos habitantes y visitantes de Crescent City.