El entrenamiento militar básico de combate es físicamente agotador, como cabría esperar, pero una nueva investigación muestra que también pone a prueba los sistemas de los soldados de una forma sorprendente: agotando las reservas de hierro del cuerpo. Se trata de una noticia importante, no sólo para los reclutas, sino también para cualquiera que se someta a un entrenamiento físico riguroso, por ejemplo, para una competición Iron Man, que, irónicamente, podría poner a los atletas en riesgo de deficiencia de ese mineral epónimo.
El estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition descubrió que los niveles de hierro de las mujeres soldados disminuyeron entre un 30 y un 35% con respecto al nivel inicial durante el transcurso de su entrenamiento básico de combate estándar de 8 semanas. La deficiencia de hierro (la más común en todo el mundo) puede manifestarse como una falta de energía, lo que puede explicar por qué los soldados con deficiencia de hierro corrieron un circuito de dos millas una media de 45 segundos más despacio que un grupo con niveles normales de hierro, y también registraron una caída del 45% en las puntuaciones del estado de ánimo (que miden la ansiedad, la ira, etc.).
Investigaciones anteriores muestran que el ejercicio de resistencia puede aumentar sus necesidades de hierro hasta en un 30%. ¿Por qué? Los entrenamientos que llevan al cuerpo más allá de sus límites normales pueden provocar pérdidas de sangre a través de la sudoración profusa (como ocurre con el calcio), así como desgarros microscópicos en el tejido muscular y el tracto gastrointestinal. La solución no es reducir la actividad, sino prestar especial atención a la obtención de hierro de fuentes saludables como las legumbres, las almejas y el salvado de avena. Dado que el organismo sólo puede absorber como máximo el 20% del hierro contenido en las fuentes vegetales, hay que duplicar el consumo de alimentos ricos en vitamina C (por ejemplo, melocotones, kiwis, brécol, piña), que multiplica por seis la absorción de hierro, y de fibra prebiótica (por ejemplo, plátanos, puerros, cebollas, etc.), plátanos, puerros, cebollas, espárragos), que puede aumentar la absorción de hierro en un 28%.
Bonus: No sólo los que están en forma corren el riesgo de padecer anemia; los que no están en forma también son vulnerables. La investigación ha encontrado una prevalencia significativamente mayor de la deficiencia de hierro entre los niños obesos.