El frío y los días más cortos dificultan salir a la calle y hacer ejercicio, pero también pueden dificultar el control del peso de una forma más sutil: Menos luz solar podría significar un descenso de los niveles de vitamina D. ¿Y entonces? La relación entre la vitamina D y la dieta puede ser más importante de lo que crees.
De hecho, las nuevas investigaciones apuntan al papel de la vitamina D en la regulación del metabolismo de las grasas. Para colmo de males, unos niveles bajos de vitamina D (que en realidad es una hormona) podrían interferir con las señales enviadas por otra hormona, la leptina, que ayuda a suprimir el apetito y a desencadenar la termogénesis, es decir, la conversión de calorías en calor corporal. El impacto de la deficiencia de D se observó cuando 38 sujetos con sobrepeso de ambos sexos (con una media de edad de 30 años) se sometieron a una dieta baja en calorías. Los que tenían los niveles más bajos de vitamina D al principio fueron los que menos peso perdieron - y los que tenían niveles más altos (aunque seguían siendo deficientes) perdieron más peso alrededor de la sección media.
Mientras que los niveles más altos de vitamina D parecen ayudar a perder peso - perder peso, a su vez, ayuda a aumentar la vitamina D. Un estudio descubrió que las mujeres que perdieron un 5% de su peso corporal disfrutaron de un aumento del 8% en los niveles de vitamina D, mientras que las que perdieron un 15% de peso corporal aumentaron sus niveles de vitamina D en un enorme 35%. La relación entre el exceso de peso y la carencia de vitamina D se ha observado incluso entre los niños: Un estudio de escolares descubrió que los niños con mayor índice de masa corporal tenían, de media, niveles de vitamina D un 18% más bajos que sus compañeros de peso normal.
Publicado el 1 de enero de 2013
